Mil y una formas de perderse en el tiempo | Laura González Moro: agosto 2015

rootless tree

"Ódiame, está bien, así me dejas salir".
- Damien Rice

Eres el muro que siempre quise conquistar,

el reto que me prometí cumplir,

el error que juré no cometer.

Eres aquella noche en la que me permití recuperar mi mitad,

eres los días grises decidiendo entre cal o whisky

eres el bar de la esquina,

donde sigo perdiendo la cuenta.

Eres lo que siempre quise,

pero lo que menos necesitaba.

Eres la historia de mi vida

y la vida

que da historia a lo que escribo.

Eres la pausa que venía con prisas a buscarme,

la calma que echo de menos cuando llego tarde a los sitios

eres las sábanas arrugadas en una esquina

manchadas con la tinta que sudábamos a besos.

Eres el momento en el que decidí mirarte

y en el que casi sin querer,

no acepté mis excusas.

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Creado a partir de la obra en http://milyunaformasdeperdereltiempo.blogspot.com.es/.

1. El suelo sabe amargo.

2. Tus ojos brillan más cuando fingen no perderse.

3. La eternidad es menos justa cuando no estás.

4. Cuando pisas tan segura se me ven las intenciones.

5. Tus abrazos son más fuertes cuando me tiemblan las rodillas.

6. Cuando robas mi inocencia se me abren los bolsillos.

7. Los besos que más duelen son los que nunca te di.

8. La realidad se parte en dos mitades cuando la ficción pierde sitio.

9. La cobardía es el banquillo de los perdedores.

10. La vida es un poco más puta sabiendo que no volveré a dormir a su lado.

11. Las heridas se cierran antes si echas un poco de poesía en ellas.

12. El camino se hace más largo si finges haberlo recorrido antes de tiempo.

13. Duele dejar ir, pero duele más quedarse con quien no quiere dejar de doler.

14. Quien gana es siempre el que más apuesta.

15. Ni sé ni soy contigo.

Al final del túnel

He aprendido que arrepentirse es una calle cortada,

y que no hay final que por bien no venga.

He aprendido que tu mirada era un tiro al perdedor,

y tu risa la escopeta de la feria que siempre está trucada.

He aprendido que la confianza se vende al por menor

y que siempre amanece cuando el insomnio juega a no esconderse.

Que siempre se le ve el plumero al que promete en las buenas,

y al que en las malas cubre sus heridas con cemento.

He aprendido que el suelo es del color del que lo pintes,

y las paredes del color con el que sueñes,

y también que no hay gente de paso,

sino valientes que se quedan.

He aprendido que el cielo acaba donde no hay abismos

y empieza donde caen los vencedores

Que no hay mayor riesgo que dejar atrás lo que no has cuidado,

porque hay huidas que no pueden guardarse bajo llave.

He aprendido que lo que se va

hay veces que vuelve,

pero no para quedarse.

Los principios existen para hacerlos eternos,

tú serás el libro que nunca termine de escribir.

Desierto

Te odio con todos mis sentidos,

como si perdiese los cabos con los que me ataba a tu locura,

como si volviese a encontrarme perdida en el camino de ida,

como si Madrid estuviese desierto sin ti.

Te odio porque cuando te vas no puedo hacer las paces con mi cama,

porque me muero desde fuera y hacia dentro cuando tengo síndrome de ti.

Te odio porque no estás aquí,
porque los días se quedan partidos en dos verdades,

porque la calma que dejaste conmigo ya no regresa con el rabo entre las piernas,

porque perdiendo tu norte no encuentro mi rumbo

ni el banco donde solía jurarme amor eterno.

He intentado partir mi mundo en dos, para que te cueste menos abrazarlo

he intentado perder los papeles, para que no tengamos que seguir guiones,

he intentado escapar de los renglones para no hacer de esto una partida de ajedrez.

Pero sigues ahí, desconfiada del futuro que se empieza a construir saltando sin mirar,

cansada del miedo, sin saber que eres tú la que lo persigue,

sin pensar que yo lo que quiero es tu presente,

tu voz

y tus mañanas de sofá.

No lo recuerdo.

No recuerdo haberte pedido que leyeras entre mis líneas de esa manera,

ni que colgaras tus abrazos detrás de la puerta,

donde cuelgo los abrigos en invierno.

No recuerdo haberte dicho que alimentaras mis ansias

con un beso empapado en ganas de más.

Ni que cogieras mis zapatos por la noche

y tintaras la suela para marcarme el camino de vuelta a casa.

No recuerdo haberte pedido que bailaras para que pudiera seguir tus pasos,

ni haberte pedido espacio para contar cómo me olvidé de perderme

y empecé a escribirte.

No recuerdo que me rescataras de mis espejos

ni de mis ganas de soñarte a partir de las once.

Recuerdo haberme perdido paseando por tus desniveles,

recuerdo haberme perdido en tus agobios y manías.

Recuerdo
haberte
olvidado.

jueves, 27 de agosto de 2015

rootless tree

Lista de ideas

Al final del túnel

Desierto

No lo recuerdo.